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¡ESTRELLAS DE MAR!

Biografías

 

Quisiera empezar con una pequeña observación respecto al delicado tema de lo que sería nadar…delicado, porque detrás del acto de nadar hay un montón de consideraciones a tener en cuenta que implican un cierto conocimiento del tema.

Desde pequeña, se me enseñó que “a la naturaleza no hay que tenerle miedo, sino respeto” lo que me quedo muy grabado. Parto de aquí, para comentar que no le tengo miedo al agua, por más que mi natación es muy rudimentaria. Aunque siempre puse una barrera para lanzarme deliberadamente a cualquier agua. Creo que pasa por un tema de seguridad propia (se habló en clase) si no tengo autonomía en mis “jugadas”, difícilmente podré amigarme fácilmente.

Tomé esa consideración porque creo totalmente que la adaptación de cada individuo depende de su pasado, de su historia, y la mía comienza así. La verdad es que no he tenido demasiadas experiencias en la natación dado que nunca fui a clases a una pileta, con profesores, etc. etc. Pero he tenido bastante contacto con el agua empezando por la acequia de la casa de muy pequeña, pasando por la pelopincho, por la pileta de riego de unos amigos (donde me inicié a nadar), y por distintos ríos y embalses en los que he acampado con los scouts.

 Voy a considerar 3 momentos que pasé en el agua, para analizarlos, ya que considero son los más importantes:

 El primero, se relaciona con la pileta a la que iba. Es de unos amigos, y no es pileta de natación, pero con mi altura y su 1,60m. era perfecta para nadar. Fui muchos años a esta pileta, primero mi papá fue el que me ayudó a empezar, con alrededor de 8 años, haciendo “perrito” por las orillas de la pileta, pero nunca irme mas al centro. Distintas personas me intentaban ayudar a iniciarme en crol: yo me acostaba sobre el agua y me sostenían del abdomen, pero esta situación me ponía muy nerviosa ya que me sentía insegura, puedo considerar que mi nivel de activación se elevaba y me bloqueaba, daba 2 o 3 brazadas y atinaba a tomarme del cuello de quien me tenia tomada (por mas que esa persona me asegurara que estaba todo bien). Tomaba una postura refleja, debido a la inseguridad que sentía. Ahora me puedo dar cuenta que ahí me estaba faltando un proceso de adaptación, que no se estaba llevando adecuadamente. Me sucedió un día que iba por la orilla hacia las escaleras haciendo “perrito” (cuando todavía no hacía pie) y de repente, alguien que estaba también llegando a la escalera, me pega una patada y me hundo… empecé a patalear, tragar agua, hasta que alguien me ve y me saca. De ahí me costó bastante volver a soltarme, por el miedo que me había quedado. Quisiera considerar que en ese momento estaba utilizando la memoria de trabajo, concentrada en el proceso y con un foco atencional estrecho interno, que me permite atender a pocas cosas que pasan fuera, me centro en mí. Pero quien va saber a esa edad que la flotabilidad puede ser positiva y que se soluciona sacando la cabeza del agua y listo.

Otra experiencia, en esa pileta, fue que uno de esos amigos, me “enseñó” a nadar y recuerdo que hice esa pileta en largo (10mts. aprox.) pegada al fondo (cosa que ahora no me sale). Al respecto, quiero considerar varias cosas: tenía bastante ejercitado el tema de la respiración, la tenía totalmente controlada de modo que aprendí a  aguantar el aire y a ir despidiéndolo progresivamente. Controlaba la técnica (en realidad no, pero ya voy a hablar de eso), y andaba bien en nado subacuático. Esto me permitió ampliar mi foco atencional (pasó a ser amplio interno porque pude realizar varias cosas a la vez “ordenándome por dentro”) y mi activación era óptima (arousal y atención equilibrados). Pero no todo es “color de rosa” porque analizando la técnica, era bastante mala. Pasa que yo, nadaba de ranita, pero estaba jugando con el principio de aguas quietas, porque no realizaba bien el quiebre y extensión de los tobillos en la flexión de las piernas, entonces estiraba piernas, pero no los tobillos, aparte la velocidad de ataque y recobro las hacía invertidas ( más velocidad en el 2º que en el 1º) y me quedaba en el lugar (o sea, avanzaba menos no es que me quedaba en el lugar). Acerca de los brazos, puedo decir que tuve medianamente una técnica buena, porque los metía por debajo del cuerpo en el recobro, pero no recuerdo la posición de las manos ni el ángulo de ataque. A duras penas logré llegar, con lo último de aire, y sé que de conocer las leyes físicas, hubiera solucionado mas del 70% del problema.

Otra de las cosas que me pasó fue al aprender la zambullida: primero, me lanzaba desde el segundo escalón, y me salía medianamente bien, seguramente me faltaba ajustes en la posición de los brazos, etc. Pero me animaba. Un día mi hermana me dijo que me tirara desde el borde, que no pasaba nada, me dio todas las pautas para lanzarme y yo, estaba a las vueltas porque no me animaba. Mi foco atencional era demasiado estrecho para contener toda la información de la caída, tenía miedo de que me sucediera lo que finalmente me pasó: golpeé con todo el abdomen en el agua. Esto pasa porque al estar insegura, adquirí una postura refleja, en el aire, fue como que me retraí pero ya no había vuelta atrás. La falta de postura hidrodinámica, hizo que ejerciera una resistencia contra el agua y se cumplió con la ley de acción y reacción. La adaptación, cumplió con un papel fundamental en esto porque no estaba confiada de lo que hacía, no tenía autonomía de mis movimientos.

 La tercer anécdota, me sucedió de campamento con los scouts. Resulta que había una actividad en el agua (dique Benegas) que corría con suficiente fuerza como para llevarse a una persona, sin final trágico. Pasó que debíamos llevar una persona acostada en una tabla por ese río. Eramos 5 chicas, en eso, la que iba acostada en la tabla, pierde el equilibrio, se cae y nos caemos todas… nos empieza a llevar la corriente y empezamos a pedir auxilio. Lo primero que traté de hacer era saltar y tomarme de los bordes de tierra (el río iba un poco abajo), pero me resbalaba y de vuelta me llevaba la corriente. Esto lo puedo explicar así: la desesperación, me bloqueó la mente y no me permitía pensar en otra cosa que en un final trágico, la excesiva ansiedad y nerviosismo, evitó poder procesar la información adecuadamente. Toma aquí gran parte el tema de la adaptación y la autonomía en el agua. Ahora, explicado por las leyes físicas, lo explicaría así: el agua, ejercía una presión, el cuerpo una resistencia vencida fácilmente por la presión. La solución es vencer la resistencia, nadando enérgicamente hacia la orilla de modo que la presión disminuya sobre un cuerpo estático en relación a un cuerpo en movimiento.

 

Para ir cerrando, quiero hacer unas consideraciones del presente. En la natación que practicamos en el insituto, se parte de la base, la física, cosa que ni me imaginaba. La verdad es que me está costando bastante acoplar la teoría a la práctica, más cuando se trata de varias cosas a la vez (foco atenciona estrecho interno) y una realidad es que me cuesta activar la memoria sensorial. Creo que es práctica. Nada más.

  

                                       Alejandra Guevara